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Nota de prensa N° 26- Observatorio de Derechos Culturales
Sobre la 43ma. edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano

11 de diciembre de 2022

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El pasado viernes quedó finalizada la 43ma. edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana. Durante la organización y curso del evento, que tuvo  lugar entre el 1ero y el 11 de diciembre, existieron declaraciones de artistas y comisarios no exentas de polémica, que tuvieron como punto en común el criterio político.
 
Días antes de comenzar el festival, el director cubano Carlos Lechuga declaró que su película, Vicenta B, realizada con el Fondo de Fomento del Cine Cubano que otorgara el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), no habría sido incluida en las obras en concurso. En cambio, fue agendada con proyecciones, horario y ubicación que el director encontró desfavorables, por lo que decidió no presentar la película en la Isla. La censura velada contra la película fue justificada por el presidente del ICAIC, Ramón Samada, quien afirmó posteriormente que: “…su director ha roto públicamente con la Revolución cubana (…) Ha utilizado la presentación de la película en festivales internacionales como pasarela política para insultar y agredir a la Revolución cubana”. En consecuencia, varios actores y realizadores como Luis Alberto García, Héctor Noas, Erdwin Fernández y Ernesto Daranas mostraron su apoyo a Lechuga, mientras condenaron censuras en otroras ediciones del festival y en circuitos similares dentro del ICAIC.
 
Por ejemplo, Daranas afirmó que: “Vicenta estará presente en La Habana (…). Igual nuestro pueblo conocerá a Vicenta, como mismo conoció a Santa y Andrés.” Por su parte, Luis Alberto García aseguró que: “Una mano amiga, Vimeo, el paquete semanal…” serán vías que encuentran los cubanos para acceder a obras no difundidas en Cuba. En este sentido coincide la preocupación por el creciente número de obras cubanas que se han producido en el exterior y sobre las que existe un sistemático silencio institucional. Entre las más recientes, películas como El caso Padilla de Pavel Giroud o Corazón Azul de Miguel Coyula, han tenido promoción en certámenes de reconocimiento internacional radicados en Montreal, Berlín, Moscú o San Sebastián, pero muy poca o ninguna circulación en Cuba. 

La continuación de la carrera cinematográfica fuera del país tiene, en varios casos, repercusiones para aquellos realizadores cubanos que han sido críticos con el proceso cubano. En este sentido, otro suceso que llamó la atención fue que, aunque el realizador Alejandro Alonso ganó el Coral al mejor corto documental con Abisal, convirtiéndose en el único cubano galardonado en el certamen, su video de agradecimiento, grabado desde Madrid, no fue incluido en los otros enviados por el resto de los premiados. Alonso habría lamentado en su breve cláusula audiovisual la situación precaria del cine independiente en la Isla.

Sobre el control y la vigilancia gubernamental en el festival, el actor Daniel Triana Rubio, más conocido como Danielito Tri Tri, denunció a su vez haber sido acosado y vigilado por tres agentes de la Seguridad del Estado que, incluso, tomaron fotos de su persona durante la velada de clausura. En su declaración el actor también advirtió sobre la presencia de un operativo numeroso en el cine Charles Chaplin, cuyos agentes ostentaban credenciales oficiales de las instituciones que hospedan dicho festival.
 
El ODC condena la censura aplicada a reconocidos realizadores cubanos por parte de instituciones culturales oficiales, las cuales monopolizan los espacios de este tipo en el país dejando una plataforma escasa al cine independiente y crítico. Para que sus obras logren ser disfrutadas por el público, varios realizadores sujetos a eventos de censura por el ICAIC, como Yimit Ramírez o José Luis Aparicio, han preferido buscar vías alternativas que implican la migración, el estigma institucional, la imposibilidad del público cubano de disfrutar de su patrimonio, así como la fractura del legado cultural cubano.
 
El ODC advierte también del secuestro de los certámenes e instituciones oficiales por parte de la policía política en asuntos que no comprometen la seguridad pública, pero que sirven para extender el poder y las posibilidades de acoso y amedrentamiento por parte de este órgano represivo. 

El ODC llama a la solidaridad para con los realizadores nacionales por parte de artistas extranjeros asistentes a estos festivales, así como a la denuncia internacional del clima de represión y control que en ellos se vive.

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