INSTAR surge a partir de los sucesos represivos derivados del performance #YoTambiénExijo, más conocido como El Susurro II (2014-2015), el cual pretendía generar un espacio de interlocución entre la ciudadanía y las instancias del poder en Cuba. La obra no pudo ejecutarse y muchos concurrentes fueron arrestados o acosados por la policía política. A Bruguera se le sometió a una brutal campaña de descrédito que incluyó acusaciones de tráfico de drogas y pertenencia a la CIA, también fue impedida de salir de su casa y le fue retirado el pasaporte.

 

Ante la indefensión y su obligada reclusión domiciliaria, en 2005 la artista programó una acción performática en su vivienda, consistió en leer pública e ininterrumpidamente, durante 100 horas, Los orígenes del totalitarismo, de Hannah Arendt. Esa obra fue la pieza fundacional de esta institución independiente, conceptualizada para funcionar como un centro de alfabetización cívica desde el artivismo. Durante esas 100 horas, los más de 50 participantes fueron sometidos a leer y escuchar por encima del ruido de martillos hidráulicos enviados a romper la calle donde se ubica la casa de Bruguera, sede de INSTAR.

 

El instituto se estableció contando con más de 900 artistas e intelectuales como Marina Abramovic, hecho criminalizado por el gobierno como “recepción de fondos para desestabilización de la Revolución”. En la esfera civil se promueven asesorías, premios y becas, entre ellos el Premio PM (producción audiovisual), el recital literario Lecturas en Tiempo, la residencia Vita Activa (proyectos artísticos y cívicos), además de premios para investigación histórica y periodística. Sus eventos son saboteados por la Seguridad del Estado mediante detenciones de invitados nacionales o prohibición de entrada al país a los extranjeros; la sede es objeto de vigilancia y atentados, y la correspondencia de sus gestores es violada y difamada por los medios propagandísticos nacionales