En el marco de la XXXI edición de la Feria del Libro, ha salido a la venta el título Óxido, de Yanier H. Palao, y en cuya cubierta aparece una ilustración de una obra de Luis Manuel Otero Alcántara.

 

Óxido fue editado en 2017 por la editorial Letras Cubanas, su autor es restaurador y artista de la plástica, y tiene en su haber poemarios como Sombras del solo (Ediciones Holguín, 2005), Peces en bolsas de nylon (Ediciones Ávila, 2009, premio Poesía de Primavera de la A.H.S en Ciego de Ávila),  A la intemperie (Ediciones Holguín, 2011, “Premio de la Ciudad” 2010 y “Premio Puerta de Papel” del Instituto Cubano del Libro 2013), entre otros.

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Varios escritores cubanos se han hecho eco de esta aparición, sobre todo considerando que hace un año Palao denunciaba el retiro de Óxido de los estantes habaneros. Afirmó en esa ocasión que el libro sería convertido en pulpa después de que gran parte de los 1000 ejemplares impresos fueran apilados en los almacenes de las librerías, sacándolos del área de venta. Sin embargo, al parecer, algún fallo dentro de la política cultural cubana, de corte totalitario, ha permitido temporalmente burlar la censura institucional.

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Luis Manuel Otero Alcántara, líder del Movimiento San Isidro, y uno de los más destacados disidentes con obras y performances de contenido político, cumple actualmente una condena de cinco años por supuestamente “ofender a la bandera nacional”. El Instituto Cubano del Libro es una institución subordinada al Ministerio de Cultura; mismo órgano que ha desconocido la obra de LMOA, al tiempo que ha criminalizado y realizado asesinato de la reputación a su figura.

 

El ODC advierte sobre los engranajes no siempre ajustados de la maquinaria totalitaria en el campo cultural. A pesar de que Óxido estuviera condenado a la censura por anticipado debido a la lámina que contenía, podría considerarse que LMOA represente un asunto ya zanjado por parte de la burocracia represiva cubana. Por su parte, es válido considerar que, aunque este “lapsus” ha sido propiciado por Palao, el consentimiento de una editorial oficialista como Letras Cubanas significaría un monto económico como regalía para el artista que ilustra la obra. En ambos casos continúan cuestiones irresueltas que mantienen, tanto al escritor como al artista encarcelado, en una posición de vulnerabilidad, acrecentada por la incertidumbre y la creciente censura.