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Nota de prensa N° 49- Observatorio de Derechos Culturales
Sobre la cultura al servicio del culto de la personalidad

16 de agosto de 2023

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El pasado 13 de agosto la cultura oficial en Cuba se vio inmersa en una nueva jornada celebratoria para homenajear el 97 aniversario del natalicio de Fidel Castro, fallecido en 2016. Los medios oficiales priorizaron titulares como: “Fidel es humanidad” y “Cuba es Fidel”, replicados luego por las redes sociales del Gobierno y fomentados por las organizaciones de la sociedad civil oficialista. Por su parte, el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, expresó en redes sociales: “esa divisa martiana y fidelista que nos trajo hasta aquí sigue viva en la política cultural de la Revolución cubana”.

La efeméride es una de las muestras más evidentes del culto a la personalidad en torno a la figura de Fidel Castro en la Isla. Este año, por ejemplo, estuvo acompañada por ferias, encuentros de reflexión, presentaciones de libros, celebraciones culturales juveniles e infantiles y eventos virtuales para conmemorar “el legado de Fidel Castro”. Destacó, por ejemplo, la festividad infantil realizada en el patio Hurón Azul de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), donde fueron invitadas compañías como Los Mágicos, Habana Sueños y artistas como el Payaso Azul y la actriz Ana Nora Calaza, quienes amenizaron con canciones político- ideológicas. También el Consejo Nacional de Casas de Cultura organizó actividades en varios de los barrios con más población en condiciones de vulnerabilidad en la capital, como son El Fanguito, La Timba y el Consejo Popular de Jesús María. A su vez, unos días antes, se inauguraba la exposición “Las manos de Fidel”, en la sala transitoria del Memorial José Martí, con la presencia de miembros del Buró Político y del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Todas las conmemoraciones del 13 de agosto han sido ampliamente celebradas a lo largo del país cada año, incluso estando con vida el exmandatario. El culto a la personalidad, a pesar de ser negado por las autoridades, ha sido instalado en el referente colectivo desde 1959, como un recurso de adoctrinamiento instrumentalizado a través de la cultura. Festivales nacionales como Romerías de Mayo, Festival Nacional de Artistas Aficionados, la Feria Internacional del Libro de La Habana, entre otros, han realizado ediciones en nombre de Fidel Castro y otros líderes de la Revolución, mientras que sus programas se han dedicado a exaltar su figura.

En especial, la idolatría a Fidel Castro ha sido una variable determinante en la hegemonía del discurso político oficial. Ante la pérdida de credibilidad y niveles récord de descontento social, esta iniciativa de reafirmación simbólica tiene una creciente presencia en el sector cultural por medio de acciones orientadas a incidir en la opinión de la población más desfavorecida, pero también recabando la anuencia del sector intelectual más apegado y dependiente del patrocinio gubernamental.

Tal es el caso de la reciente propuesta de nombrar a Fidel Castro el quinto descubridor de Cuba, planteada por el Conservador de la ciudad de Matanzas Leonel Pérez Orozco y secundada por sus homólogos de Guantánamo y Baracoa. Esta especie de título honorífico que ocupan el Almirante Cristóbal Colón, el naturalista Alejandro de Humboldt y el etnólogo Don Fernando Ortiz, todos con probadas contribuciones al acervo cultural de la humanidad, recaería también ahora en una figura política controvertida de dudosa aportación al desarrollo de cualquier ámbito de la sociedad cubana.

El Observatorio de Derechos Culturales hace un llamado a la coherencia y la dignidad intelectuales, así como a la seriedad científica de los historiadores a cargo de nuestro menguado patrimonio cultural, apelando a la solidez de su formación profesional en aras de evitar situaciones vergonzantes para el resto de la comunidad de investigadores nacionales.

El ODC condena el uso indiscriminado de la cultura para exaltar la personalidad de líderes políticos en detrimento de iniciativas auténticas de cultura y memoria nacional y con clara naturaleza ideológica. El ODC rechaza todo tipo de manipulación de una población exhausta y vulnerable, así como el uso indebido de recursos económicos con fines de propaganda política, que de otro modo son necesarios para la inversión en función de la prosperidad material y el enriquecimiento espiritual de la ciudadanía.

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