En los años recientes varios espacios culturales en Cuba han sido clausurados para dar sitio a negocios enfocados únicamente en la gastronomía y el turismo; mientras, no se ha ofrecido sustituto a la oportunidad de desarrollo cultural perdida. Sitios como el Café Literario 23 y G (La Habana), la Casa Balear (La Habana), el bar La Marquesina del Teatro La Caridad (Santa Clara) o el café Las tres Lucías (Holguín) eran frecuentados por gran parte de jóvenes y funcionaban como lugares de encuentro de escritores y artistas para celebrar conciertos, tertulias y otras actividades afines. Actualmente, estos locales se encuentran en condiciones deplorables o, al llegar a un estado avanzado de abandono por la propia desidia oficial, han sido reapropiados por el Estado y remodelados para la venta en dólares de productos “culturales”.

 

Uno de los receptores mayoritarios en el detrimento de los otrora espacios culturales populares es la agencia estatal Promociones Artísticas y Literarias Artex S.A, quien fomenta la comercialización de bienes y servicios culturales en divisas, gestionadas y decepcionadas  en su totalidad por el Gobierno cubano. En su cadena de establecimientos, en destinos rentables para el turismo a lo largo del país, Artex ofrece elementos estereotipados de la cultura cubana en frívolos formatos de souvenir; también promueve la exportación de música, literatura y otras expresiones artísticas que contribuyan a fortalecer el mito de lo “revolucionario cubano”, incluyendo publicaciones de carácter político-ideológico, y narrativas orgánicas al mensaje oficial.

 

Como justificación de este tránsito las autoridades de varias provincias han alegado que estos espacios de confluencia se enfocaban en un ámbito bohemio que tendía a la criminalidad y la delincuencia. Sin embargo, las mismas instancias han mostrado por años el desinterés en renovarlos y por mantener los fines para los que fueron creados. En su defecto, han olvidado tácitamente remozarlos, como justificación para su clausura, presentando los nuevos establecimientos comerciales como parte de los cambios y renovaciones que se tienen en cuenta para la reparación capital de los inmuebles.

 

El ODC alerta sobre el cierre paulatino de espacios culturales al alcance de la población cubana y su conversión en puestos turísticos. El ODC denuncia la gentrificación de ciudades cabeceras en provecho del turismo, mientras se segrega a los cubanos en franca violación de sus #DerechosCulturales. El ODC advierte, además, sobre la tendencia a la proliferación de locales como Fábrica de Arte que, si bien tienen una programación cultural, son carta de presentación para la promoción del turismo en Cuba, marginando de facto a la gran mayoría de los nacionales, cada vez más carentes de alternativas para participar de la vida cultural de su país.